Derivar a un profesional especialista no es un acto de vulnerabilidad, al contrario, nos empodera como profesionales, pues demuestra que lo importante no somos nosotros, sino los pacientes y sus familias.
Y no hablo sólo por la logopedia, que también, sino en el complejo mundo de la salud, pues es probable que haya situaciones en las que la intervención de un único profesional, por muy capacitado que esté, no es suficiente.
En logopedia es más fácil de observar, pues nosotras somos las primeras que derivamos a otros especialistas para que nos ayuden a entender el por qué de las dificultades y, así poder enfocar mejor la rehabilitación.
- Derivamos al otorrino cuando percibimos que una respiración nasal está alterada.
- Derivamos al odontopediatra para que reajuste la ortodoncia y esta no impida posicionar adecuadamente la lengua.
- Derivamos al fisioterapeuta cuando la postura está alterada o necesitamos que trabajen el diafragma.
- Derivamos al terapeuta ocupacional cuando hay que fomentar la autonomía en el día a día o necesitamos que ayuden con el procesamiento e integración de la información sensorial.
- Derivamos al pedagogo cuando nuestra función en la lectoescritura está estancada y hay funciones ejecutivas alteradas.
- Derivamos al psicólogo cuando observamos que las emociones y la conducta influyen en la comunicación y en el avance de nuestra terapia.
Sin olvidar que a nosotras también nos llegan pacientes o usuarios derivados de estos profesionales para que nuestro trabajo con ellos y sus familias sea enriquecedor y fructífero. Un ejemplo a destacar de las derivaciones que recibimos en logopedia proviene de los maestros en los colegios, quienes son los primeros en observar los signos de alarma en el desarrollo del lenguaje.
Esta derivación a otros profesionales es una práctica fundamental que garantiza una atención integral, de calidad, especializada e individualizada para el paciente. Lejos de ser un signo de limitación, reconocer cuándo y cómo derivar es una muestra de profesionalidad y un compromiso inquebrantable con el bienestar del paciente y de su familia.
¿Qué permite esta derivación?
Derivar un paciente a otro profesional o especialista implica que este puede ofrecer una evaluación, un diagnóstico o un tratamiento más adecuado para él.
Esta derivación puede ocurrir porque necesitemos de más información sobre su condición para llevar a cabo una rehabilitación o un tratamiento más individualizado y preciso. O necesitemos que previamente, otro profesional realice su parte del trabajo para que nosotros podamos realizar el nuestro. O, simplemente, porque necesitamos que dos o más profesionales trabajemos a la vez y en la misma dirección.
Si a nuestra consulta logopédica nos llega un niño que viene derivado por el ortodoncista, nuestra primera hipótesis será que posiciona incorrectamente la lengua y que va a comenzar, o lleva, un tratamiento de ortodoncia. Pero cuando lo tenemos delante, descubrimos que hay ojeras, que la nariz es estrecha, que el paladar está elevado… La deglución no es lo único que está alterado. Esa respiración también está mal.
Necesitamos derivar al otorrino para que haga una exploración de esa cavidad nasal. Necesitamos saber por qué ese niño está respirando por la boca, para poder corregir esa alteración en la oclusión dentaria por la que venía en un principio. Si no se corrige antes esa obstrucción nasal por parte del otorrino, el trabajo del ortodoncista se podrá llevar a cabo, sí, pero el nuestro, no. Pues una función alterada, la respiración, hará que el resto de las funciones (deglución, masticación) continúen estando alteradas. Pero, además, si se corrige con ortodoncia la malformación dentaria, es probable que esta vuelva a producirse con el tiempo, pues no se ha hecho un adecuado trabajo interdisciplinar.
Otras veces, la derivación que llevamos a cabo es porque nosotros no estamos especializados en la patología por la que vienen, y derivamos a otro compañero de nuestra profesión, a otra logopeda, que sí lo esté. Y eso dice mucho de nuestra forma de trabajar, pero, también, sobre la persona que somos.
¿Por qué es tan crucial derivar?
La derivación asegura que el paciente recibe el tratamiento que necesita del profesional cualificado, no hace perder el tiempo y tampoco el dinero.
La derivación nos exige a los profesionales a tener a nuestros pacientes y a sus familias en el centro de la terapia y, para ello, necesitamos especializarnos. Ningún profesional puede ser experto en todas las ramas y si no que se lo digan a los médicos: no irías a un neurólogo para que te operare el corazón. Lo mismo ocurre en el resto de las ramas sanitarias. Derivar permite que el paciente sea atendido por el especialista que tiene el conocimiento y experiencia que este necesita.
Derivar permite que tengamos una visión integral del paciente y este enfoque holístico garantiza que todos los profesionales que trabajen con él, aborden todas las dificultades desde sus propias ramas, obteniendo resultados en menor tiempo.
Además, la comunicación constante entre diversos profesionales enriquece nuestro aprendizaje y, con ello, nuestro propio trabajo y carrera profesional.
¿Cuándo es el momento adecuado para derivar?
La decisión de derivar dependerá de quién observe o detecte la dificultad. Lo más normal en logopedia es que nos lleguen casos derivados de otros profesionales. Pero, es importante tener en cuenta que las derivaciones se realizan porque se sospecha de alguna dificultad que nosotros no podemos evaluar ni diagnosticar, pues por nuestra disciplina o especialidad no podemos conocerlo con seguridad.
Si de algo no se sabe, mejor callar y preguntar a quién lo sepa:
deriva al profesional especialista
Como la logopedia es tan amplia, si nos referimos al lenguaje, los primeros en sospechar que hay dificultades en él son los maestros y los pediatras. Ellos podrán detectar pero tendrán que derivar al especialista del lenguaje (logopeda) para que evalúe y determine si ese niño está en un periodo evolutivo normal o es necesario actuar.
Será el logopeda quien derive a otros profesionales si detecta o sospecha que hay alguna dificultad más. Se derivará al otorrino para una exploración auditiva, en el caso de que se sospeche que hay dificultad para discriminar los sonidos, si continuamos hablando de lenguaje, o una obstrucción nasal, si hablamos de alteraciones en las funciones orales no verbales, o un daño en las cuerdas vocales, si estamos ante una patología vocal.
Al igual que el ortodoncista nos deriva los pacientes cuando hay una deglución disfuncional para poder conseguir una oclusión y mordida óptimas.
Lo importante es conocer nuestros límites de trabajo y las funciones que corresponden a nuestra profesión, sin pisotear a otros profesionales que comparten áreas de nuestra especialidad. Saber derivar es poner al paciente en el centro de nuestra terapia, para ofrecer los mejores resultados posibles en el menor tiempo.
Por ello, en EREIN contamos con varios profesionales externos a los que derivamos cuando nos llegan a clínica pacientes con patologías en las que no estamos especializados o que por un estancamiento en el tratamiento nos indica que debemos de soltar para que otro especialista le ayude a seguir mejorando.
Recuerda que puedes escribirnos a través del formulario de contacto, llamarnos o escribirnos por WhatsApp, si necesitas más información o necesitas nuestra ayuda en las áreas en las que estamos especializados: Atención Temprana, Dificultades en el Aprendizaje de la Lectura y la Escritura, Terapia Miofuncional y Logopedia Neonatal. Y no te olvides que puedes encontrar más contenido interesante en nuestras redes sociales.